Navidad, a la vuelta de la esquina.

Estoy interneteando para buscar un destino frugal de esparcimiento familiar en estas navidades. Lo primero es posible, quiero decir, lo de buscar el lugar. Lo del esparcimiento familiar es algo, como decirlo..., inusual, por no decir imposible. Si es algún sitio cálido, puede ser, pero como sea frío... esta familia no esta preparada. Nos paraliza, nos hace comer compulsivamente polvorones, o lo que haya y no dejar de mirar el móvil por si viene una tormenta de nieve como las de las películas. No estamos hechos para la aventura. Pero ¡Cómo me gustaría largarme lejos! Ponerme un gorro de lana, unos buenos guantes, calzarme unas botas y a ver mercadillos navideños, luces de colores, escuchar villancicos que no entiendo ni jota, renos, Papás Noeles a casco porro, congelarme sentada mientras las monas patinan. Yo estoy en edad de riesgo, caerme sería una fatalidad o un descalabro en casa, además de que mi dignidad se vería diezmada, realmente dolería. Qué no! Paso, no es obligatorio.
En definitiva, no hay opción, nos quedamos en casa, en alguna casa, pero a dormir en la de uno mismo. 
Desde que las niñas nacieron la Navidad tiene más gracia, pero sólo un poquitín más, tampoco es la pera... Que no me la han sabido vender, porque no hay razón para que no me guste NADA de NADA.
Quiero huir, salir del agujero, descansar sin que pasen los días y no enterarme porque estoy dormida para que el tiempo pase, no tener que comerme todo lo abundante y experimentos matriarcales culinarios, que ya empiezan a ser menos de ella y van pasando a mi hermana. Yo no cocino, lo llevo hecho, más cómodo, más barato, menos rico, pero no malo, y normal, tan normal que a los niños les gusta, de hecho, es lo único que les gusta. 
Soy el Grinch, con mejor color, pero debajo del maquillaje está toda esa mala leche concentrada.
No es por malos recuerdos ni traumas. No me gusta esa época del año, así, sin más. ¿Deberían gustarme? No salimos con amigos, las niñas se ponen eléctricas, planes, planes y más planes, para no cumplirse. No son las leyes del Murphy-Negro, son las leyes del universo contra los Negro. 
Yo lo intento, de verdad que sí, pero en cuanto salgo y veo todo lleno, que no se puede dar un paso, ni queda pan en la panadería. Estar atenta a esquivar las farolas para que las niñas, que van tranquilamente por la calle, abducidas por el móvil, porque papá,ha ido a hacer un recado muy importante, y después de tres horas aparece reclamando la presencia de las cuatro en algún punto de encuentro, y está en la esquina de al lado poniendo guasaps como un poseso porque yo no cojo el bicho. Todo esto me supera, por no hablar de los nuevos buenos propósitos, no tengo ni uno, " Virgencita que me quede como estoy". 
Maridín puteando todo el santo día con qué será lo que traigan los Reyes Magos... Boooooh!!!! Sabe que me pone enferma y sigue haciéndolo, luego pregunta que porqué me enfado, jo mío es que no paras de dar la brasa. Si al final traen lo que una quiere!! Y a tí, siempre es mejorable, desde que te dejaron un cubo de basura de diseño, ideal. Todo es superable. Era de acero y traía dos cubículos, para basura orgánica y el otro para plásticos, pero era un latazo lo de meter y sacar las bolsas. Por lo demás, era lo más bonito que había en la cocina. Más que la pata de jamón. 
Este año, los Reyes están con recortes, de modo que a nuestra casa también afectará, al final van a conseguir que nos hagamos republicanos, sino al tiempo... Y eso que al del traje rojo de coca-cola, lo llevo peor, si cabe. 
Lo que quiero es huir, marcharme, ver colores que no sean rojo y verde, hacerme un pamilavida completo. Probar otras cosas, con sabores especiales de sitios espectaculares, sentir los olores, que me invadan  buenas sensaciones, seguir soñando despierta.
¿Alguien me puede dar la llave que abra esa puerta? 

A pesar de todo sonrío, la vida es bella, sobretodo en Navidad...